EL DIAMANTE ROJO
Cuando la casa se sacude imperceptiblemente como queriendo desprenderse de la última luz, Alicia siente un vértigo pequeño, un girar de sus ojos, una imperceptible sacudida en sus pies y una luz transparente cae, arrugándose como un viejo celofán. La noche cierra las ventanas del largo pasillo. Los cristales, inmóviles, son sombras que amenazan, ojos que relampaguean ocultos, escurridizos….
Alicia camina entre las sombras, ha bajado los dos escalones de la sala de estar. Sus pies pisa el pasillo, despacio, con cautela. Una luz de luna la guía hasta la puerta situada a mitad del pasillo. Gira el pomo y entra. Es la habitación de la tía Andrea. Nadie entra en el cuarto de Andrea. Es mejor no acordarse de ella, de su pálida y escurridiza delgadez, de la negrura de sus ojos, del azul de sus labios, de su lengua viperina.
Alicia la temía, pero ahora está muerta y ella quiere el diamante rojo de Andrea. Aquella pe-queña piedra engarzada en el anillo que Andrea acercaba a los ojos de Alicia.
-Míralo, le decía, es de una muerta, le corté el dedo para quitárselo, y la sangre muerta lo volvió rojo. ¿No escuchas gemir en las sombras? Es la muerta agazapada, dispuesta…. -
Alicia enciende la lamparita de la cómoda, una luz polvorienta y amarilla apenas deja ver la habitación. Al fondo, junto a la mesita de noche donde se esconde el anillo, hay otra puerta con un cerrojo interior, siempre puede escapar por ahí. Mira hacia la cama y ve sobre la colcha las dos manchas rojas, no, no son rojas son casi negras, acartonadas, dispuestas a crujir. Su madre dice, que algún animal herido entró y dejó su sangre, habría que lavarla, sí, lavar-la…En la cabecera de la cama el crucifijo del ataúd del único hijo de Andrea, muerto a los dos años de edad. Andrea lo arrancó con sus propias manos para quedarse el corazón de su hijo y llorarlo a solas, le contaba a Alicia.
Alicia avanza, siente el roce de la colcha en su pierna derecha, la mecedora de la tía Andrea ha quedado atrás. Avanza lenta, escucha el rápido bombear de su corazón. Se acerca a la mesita, casi está pegada a ella. Separa su mano derecha de su cuerpo y la dirige al cajón y entonces siente como otra mano se apoya en la suya, fría, leve. El corazón se le para de golpe, la mecedora imperceptiblemente se mece y el aire doliéndose gime, Andrea descorre el cerrojo situado a su izquierda y huye. Corre entre las sombras, el pasillo la aguarda, los cristales de las ventanas relampaguean con ojos tenebrosos, negros, azules, amarillos, rojos…..Alicia tiembla, sus piernas parecen no llegar nunca a su dormitorio. Pero llega, al fin llega y cierra la puerta tras de si, mañana, mañana volveré a intentarlo, piensa, quiero el diamante rojo, lo quiero.
18 comentarios:
Impecable es tu escrito, me gustó desde el inicio. Que hermoso..
Felicitaciones.
Un abrazo.
Saludos fraternos
Jolines, Juana... ¡me has asustado! Jaja.
¿De quién era esa mano fría y leve? ¿de la tía Andrea? ¡Dios!
No me extraña que saliera corriendo. Tu relato me ha atrapado hasta el punto de meterme en la casa y hasta sentir yo también el roce de la colcha, que no sé por qué he visto de color rojo burdeos, oscuro, como de raso. Cosas del inconsciente, supongo.
Gracias, Juanaazul por este texto tan... tenso.
Un beso.
PD.: Me parece que quien descorre el cerrojo de la puerta de la izquierda no es Andrea sino Alicia. ¿Te equivocaste de nombre?
¡Brrrrrrrr que miedito!...solo de pensar en ese contacto se me eriza el pelo y me dan ganas de escapar como Alicia. Para rato iba yo a intentar conseguir el dichoso anillo ¡Ni por todo el oro del mundo querría yo algo de una señora tan tenebrosa!¡Menuda era la tía Andrea!
Besito volado.
NOTA: tienes razón Antonio, quien descorrió el cerrojo fue Alicia,equivoqué los nombres, gracias.
(Yo también me la imagino color burdeos oscuro de raso, cosas del inconsciente)
Ay,qué historia macabra y excelente!
Está tan bien contada, que me sentí dentro del cuarto,frío,húmedo,observándolo todo desde un rincón.
Pero la colcha era de raso color manteca,por eso se veían tan nítidas las manchas de sangre;se los digo yo, que estaba ahí...y...ahora el anillo está en mi dedo...
Mil besos,Juana!!!!
He saboreado un escalofrío agradabilísimo mientras leía la historia...¡Es realmente inquietante, fantástica, redonda!
Lunaazul, desconocía esta faceta tuya, que me ha encantado! Menuda atmósfera has conseguido crear!¿Habrá más? (no acepto un no...)
Muchos besos!
Pero para qué quieres el anillo, niña?...deja esa casa de la muerte, yo te haré un anillo con papel de chocolate que brillará al sol, que está ahí afuera :)
(qué bien narrado, Juana!)
Besos, amiga
El REL
Quizá todos hayamos andado alguna vez tras un diamante rojo, Juana! Todos!
Me demostraste el gélido instante en que hasta los ojos tiemblan, el leve sumbido de la noche oscura, y la boca blanca y reseca por el hielo de los astros...
Genial tu creación Juana,
me encantas con tus historias de Infancia.
Saludos y abrazos.
pasaba a invitarte a mi caja!
un abrazo!!
Un hermoso cuento de terror, muy bien narrado, con un lenguaje muy poético.
Besos. Soco
Que hermoso relato.
La foto, increible,que trae recuerdos de golpe.
Te visitaré seguido.
me quedo con los pelos de punta, pero encantada siempre de leer tus textos.
un besote
Hola linda.
El texto me atrapó hasta querer llegar al final casi sin respiro.
En cuanto a la foto acompaña de perlas; bellísima. Gracias por compartirla.
Beso grande.:-)
Hola, Lunaazul...
Excelente Relato Negro,
¡Vaya con la tía!
Un abrazo, desde mi Umbral
Que incríble que una niña pueda ir contra su miedo cuando quiere algo. Ojalá todos podamos.
AAAAAAAAAAAhhhh!!!!!!! A mi tambien me has asustado!!!! También a mi se me ha detenido el corazón... nucna he entendido a los personajes y a las personas que tientan asi lo invisible, lo imposible... Aunque, si lo haces con esa facilidad de palabra, seguire las huellas de Alicia, por mas noches que pase sin dormir...
Un relato muy bien escrito, que al releerlo encuentro matices nuevos.
Supongo una nueva entrega o nos vas a dejar así con el miedo esperando?
Besos
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