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martes, 13 de enero de 2009

LA CITA

Alex se aqueja de un fuerte dolor en el costado izquierdo; durante años fueron de consulta en consulta, pruebas y más pruebas, nada. El niño está sano.

Sin embargo cada tres o cuatro meses, el pequeño llora y se retuerce de dolor. Solo la mano de su padre parece aliviarle. Álvaro adora a Alex su dolor es su angustia, la mano del crío se aferra a la suya diez, quince, treinta minutos, da igual.

Pero hoy no puede evitarlo, por primera vez en nueve años, Álvaro mira hacia la mesita de noche, angustiado, el reloj marca las ocho menos cinco, si su hijo le soltase la mano aún tendría cinco minutos para llegar a su cita. Lleva todo el día pensando en ella, en su cuerpo, en sus labios…

6 comentarios:

Edito-e dijo...

Eso es amor..., seguro que habrá más oportunidades para la cita.
Muy tierno

cpm dijo...

Si no hubiera esa ternura y esa entrega con su hijo, seguramente no importaria que no vaya a la cita ya que su amor no serviría para entregar a nadie.
gracias,y un cariño como siempre

Rio abajo dijo...

LUNA, ESA ES LA UNICA MANO QUE(POR REGLA GENERAL), NADIE SUELTA. ES EL AMOR PRIMIGENIO, INSTINTIVO, EL FRATERNAL, EL DESINTERESADO, AL FIN Y AL CABO ESAS MANOS ENTRELAZADAS SON SANGRE CON SANGRE Y AMBOS LO SABEN. SI LA SOLTASE Y FUESE A SU CITA, YA NO SERÍA TAL,TENDRÍA OTRA CITA MAS INELUDIBLE, MIRARÍA ANGUSTIADO EL RELOJ DESEANDO MARCHAR Y EN SUS OJOS SE LEERÍAN LA OBLIGACIÓN Y NO ILUSION DE UN DULCE ENCUENTRO.

silvia zappia dijo...

Oh! Vaya relato!Amor primigenio, dice Río Abajo, y no se equivoca. Pero por otra parte, Alex crecerá, soltará la mano primigenia, e irá a su cita. Y su papá...recuperará a la mujer que quedó esperándolo?

Un gran beso!

Rolalola dijo...

Ay, no se que decir.
Ayer lo leí, hoy lo leo otra vez... y otra vez me quedo sin palabras.
¿Qué hacer? ¿A cuál de sus dos amores renunciar? ¿A cual descuidar, mejor dicho, por unos minutos, unas horas, un día o dos? Mañana, cuando todo se aclare, ¿aprenderá Álvaro a vivir con sus dos amores?


Besos enormes Lunaazul, tus escritos son siempre armonía, ternura, pero a la vez son francos y fuertes. BEso enorme!!

Walter Portilla dijo...

Entrega de manos que no cambias por nada. Ni por el más ansisoso deseo. Nosotros sabemos que el amor de padre, hacia el hijo, no tiene parangón. La inseguridad que siente el niño, sólo se apacigua con esa estrechez de cariño, a través de las palmas juntas. Mi abrazo.