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domingo, 26 de octubre de 2008

UNA DECLARACION DE AMOR

Cuando la comadrona golpeó el cuerpo de María, esta no lloró, algo parecido a un zumbido de abejas le salió por la boca, del tocador, cayó la palangana, de la puntilla mal clavada, el cuadro y de los ojos de la madre nada. En ese instante supo que nadie, nunca, jamás, lloraría por ella y decidió no prestarle atención a la vida.

Pasaron los años y el corazón de María creció sin dolor. Solo de tarde en tarde un aguijón le atravesaba la garganta. Cuando eso ocurría si estaba en clase, los lápices, las tizas, los lazos iban al suelo, si en la plazoleta llovías hojas o huevos de palomas, en su casa caían los cacharros....

A los diecisiete años conoció a Mario, un joven poeta que le escribía versos en papeles de lágrimas. Cada día le entregaba uno; eso ocurrió trescientas sesenta y cinco veces. María se limitaba a cogerlos, ni siquiera notaba como el alma le bajaba a la mano.

No supo que con el último, Mario, convencido de su desamor, la abandonaba. Sin tener conciencia de ello, le esperó, un día por cada verso. Cuando llegó al trescientos sesenta y cinco entró en su cuarto, miró los papeles de lágrimas, se llevó las manos a la garganta y miles de abejas le empezaron a salir por la boca.

Cuando los bomberos llegaron, de la casa solo quedaban escombros.
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3 comentarios:

Kuki13 dijo...

Tienes un bonito don para escribir Luna, sabes transmitir los sentimientos. Triste pero precioso...

Escéptica al revés dijo...

Precioso,muy bonito. Llega, triste. :)

Juana Macías Moreno dijo...

Gracias kuki y nandara por vuestras palabras, siempre alegra.
Besos.